Un artículo publicado el 8 de septiembre de 1957 en la revista estadounidense AWAKE decía lo siguiente: «¡Así que hay hasta cincuenta mil errores en la Santa Biblia!». Recientemente, un joven compró una copia de la versión King James de la Santa Biblia. Nunca imaginó que habría errores en la Santa Biblia, que él creía que era la Palabra de Alá. Poco después, vio un artículo titulado «Datos sobre la Biblia» en la revista Look, que había comprado por casualidad. El artículo decía que una comisión clerical designada en 1133 [1720 d. C.] encontró veinte mil errores en la Biblia preparada bajo el mando del rey Jacobo. Se sintió sorprendido y profundamente triste. Cuando habló con sus compañeros espirituales sobre este asunto, le dijeron, para su gran asombro, que la Biblia existente contenía «cincuenta mil errores, no veinte mil». Casi se desmaya. Ahora nos pregunta: «Por Dios, díganme. ¿Es la Santa Biblia, que consideramos la Palabra de Dios, realmente un libro lleno de errores?»
Leí la revista con atención y la conservé. Hace seis meses, un día, estaba sentado en casa cuando sonó el timbre. Abrí la puerta y vi a un joven educado de pie frente a mí. Sonriendo respetuosamente, me saludó cordialmente y me mostró su documento de identidad. Decía «Testigo de Jehová». Este apelativo lo usaba una organización misionera. Con tono dulce, el joven misionero dijo: «Antes que nada, intentamos invitarte a ti y a las demás personas educadas que se han desviado del camino correcto, al cristianismo, que es el camino correcto. Les he traído libros con hermosos pasajes de la Torá y la Biblia. Permítanme presentárselos. Léanlos, reflexionen sobre ellos y tomen una decisión». Lo invité a pasar y le ofrecí un café. Parecía seguro de haberme convencido, al menos a medias. Después del café, le pregunté: «Querido amigo, consideras la Torá y la Biblia como la Palabra de Allah, ¿verdad?». «Definitivamente», fue la respuesta. «Entonces, ¿no hay errores en la Torá ni en la Biblia?». «Imposible», dijo. Entonces le enseñé la revista «Despertad» y le dije: «Esta revista se publica en Estados Unidos. Dice que hay cincuenta mil errores en la Biblia. Si quien escribió el artículo fuera musulmán, sería libre de creerle o no. ¿No preferiría admitir las afirmaciones de una revista publicada por sus correligionarios?». Pobre hombre, estaba tan desprevenido, tan desconcertado. «¿Me da esa revista, por favor? Quiero leerla», pidió. La leyó, y la leyó una y otra vez. Se sonrojó de vergüenza. Lo vi e intenté contener la sonrisa. Debió presentirlo, así que se sonrojó aún más. Por fin, se le ocurrió una respuesta: «Mira», dijo. … =>
